...El gato que bailaba de tapial en tapial, me decía que lo ventoso de la noche, le predisponía a la locura. Dibujaba siluetas entre el movimiento de la cola y de las patas, era negro completamente y agregando la luz de los faroles de las calles, lograba un efecto que hería mi vista. A su vez, no lograba soportar la fisonomía facinerosa del canillita...
Quedate con las ganas.
Mira el gato la ventana; como pisando la luna con sus patas juega y no se sorprende, si un pájaro curioso se entromete. Canta al cielo, sus dolores de la infancia, patea cúmulos denubes arrulladas...